Literatura contra la máquina de destrozar libros
Su libro es ese modesto grial que todo editor persigue: una fábula humilde firmada por un escritor desconocido, pero susceptible de levantar el ánimo de quien la sostenga entre sus manos. A los 52 años, el francés Jean-Paul Didierlaurent era un funcionario de la compañía estatal de telefonía y vivía una existencia apacible en los Vosgos, cadena montañosa en la Lorena francesa. En sus ratos libres, se dedicaba a escribir relatos que le habían hecho ganar algún premio de prestigio, pese a que nunca se planteara un cambio de rumbo profesional. Ha sido su primera novela, El lector del tren de las 6.27 (Seix Barral), la que le ha permitido abandonar el anonimato. Beneficiada por el inestimable apoyo de los libreros franceses, su obra lleva más 60.000 ejemplares vendidos en su país y ya ha sido vendida a 25 mercados.